viernes, 15 de abril de 2016

Consumo responsable: El aceite de palma

Hace tiempo vi un vídeo desgarrador sobre el rescate de una mamá orangután llena de quemaduras. La cara de sufrimiento de ésta madre y la imagen de su bebé abrazado a ella se me ha quedado grabado, y desde entonces no paro de investigar sobre el responsable de ésta maldad: El aceite de palma.

Antes de zambullirme en él, quiero remarcar que nos encontramos de nuevo ante uno de los grandes problemas del momento: la falta de información respecto a lo que estamos consumiendo.  Y es que el consumismo descontrolado del primer mundo está causando estragos al planeta y es de vital importancia que nos informemos, que no echemos la vista a otro lado para seguir participando en la destrucción de nuestro hogar. Me gustaría investigarlo todo, pero hoy se lo debo a esa orangutana y a toda su especie, que por culpa de ésta locura está en peligro de extinción.
Empecemos por el principio.

El aceite de palma es el más utilizado del mundo, por delante del de soja o el de colza. Se produce a partir de los frutos de la palma aceitera africana y se ha convertido en una materia prima usada a nivel global para la elaboración de una gran cantidad de productos de la industria alimenticia y cosmética. 
 
Su cultivo en Indonesia y Malasia, los dos países que concentran el 85% de la producción mundial, ha tenido un fuerte impacto ambiental y social.

Para que nuestros hijos lleven al cole galletas Oreo, para que nos pintemos los labios con Max Factor, para tener un pelo Pantene, para que nuestra ropa huela a Ariel, para que en el desayuno no falten galletas Fontaneda, ni margarina Tulipán, ni en el aperitivo patatas Lays, ni en la merienda de nuestros niños Nutella o Nocilla... cientos de animales pierden su hábitat, su alimento, mueren de hambre o calcinados, pues sus bosques tropicales son quemados para que sirvan para el cultivo del aceite de palma.

 
Deforestación de la Isla de Borneo, 
una de las zonas del planeta más afectada por la producción masiva del aceite de palma. 


Es posible que para algunos la extinción del orangután no sea una razón de peso para comenzar a mirar las etiquetas.

 Sigamos.

 Desde un punto de vista nutricional no es una opción muy saludable. El aceite de palma (derivado ed la pulpa del fruto) contiene un 50 % de ácidos grasos saturados (similamantequilla). El palmiste (aceite de la semilla de la palma) contiene un 80 %.

 Estos ácidos grasos saturados son sólidos a temperatura ambiente y se consideran nocivos para la salud. Están asociados a arterioesclerosis, trombosis arterial y aumento en los niveles de colesterol en sangre.

Cada ciudadano consume una media de 10 kg de aceite de palma al año. Y no lo sabe. 

Si no es por los orangutanes, ni por la deforestación, ni por el impacto social... al menos hazlo por tí, por tus hijos, por vuestra salud, o simplemente por que te están engañando. ¡Mira las etiquetas y no compres!

Mas cosas.

Como diversos organismos comenzaron a hacer mucho ruido para que se conocieran los daños ambientales y para la salud que ocasiona éste aceite, se creó una Alianza de empresas involucradas en su producción. Esta alianza se llama RSPO y certifica los productos que contienen aceite de palma sostenible. (mira las etiquetas...)

 Como siempre encontramos casos en los que el dinero es lo único que impera:
Herakles es un cultivador de palma aceitera de Estados Unidos, miembro de la RSPO desde 2011. Esta compañía pretende crear una plantación de palma aceitera de 70.000 hectáreas en un paraje de Camerún cubierto por bosque tropical y rodeado por dos parques nacionales, una reserva forestal y un santuario de vida silvestre. Al ser miembro de la RSPO, y tener, por tanto, la obligación de respetar sus normas, Herakles no podía continuar con ese proyecto. Así que la empresa decidió renunciar a su compromiso con la RSPO y continuar sus actividades 'al modo tradicional'.

 En ésta tabla se recoge el grado de compromiso de las empresas que incluyen aceite sostenible en sus productos:
 Compromiso de las empresas con el aprovisionamiento responsable. 


No hace tanto tiempo se podía elaborar una lista de productos que contienen aceite de palma. Hoy es absurdo, porque lo encuentas en practicamente todos los productos elaborados del supermercado.

Si te ha tocado este tema y deseas hacer algo al respecto, comienza por lo siguiente:

- Trata de elaborar en casa tus bizcochos, galletas, pan, utilizando aceite de oliva o de girasol.
- Consume productos ecológicos y respetuosos con el medio ambiente.
- Utiliza cosmética natural o aprende a elaborar tus propias cremas y jabones.  
- Mira las etiquetas de todo lo que compras. Tardarás un poco más pero te sentirás mejor.
- Difunde ésta información. Mucha gente no sabe lo que está consumiendo.
- Educa a tus hijos en un consumo responsable.


No he querido incluir imágenes que hieran la sensibilidad. No obstante, si deseas saber la verdad, puedes buscar en google "aceite de palma orangutanes" y verás las imágenes de su padecimiento.


Fuentes consultadas:
www.ocu.org
www.natursan.net

miércoles, 13 de abril de 2016

Niños Conscientes



Con éste título abrimos un capítulo fundamental sobre cómo crear una sociedad, un mundo, cada vez más consciente. 

La razón por la que los adultos tenemos falta de consciencia puede variar, aunque por regla general suele derivar de la herencia socio-cultural y familiar en la que se desarrolla nuestra época de aprendizaje y crecimiento.

Por ello es fundamental que acompañemos a nuestros hijos a lo largo de su infancia, sin olvidar que no deben dejar nunca de ser ellos mismos para convertirse en una copia nuestra. Como dice el poeta khalil Gibran, "Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma".

Debemos comprender que cuando nacemos a la vida, carecemos de Ego. Este aparece a lo largo de nuestro crecimiento y se va alimentando a medida que aprendemos e incorporamos patrones de nuestro entorno familiar y social. Es aproximadamente a los siete años cuando se produce la transformación más notable, esa época en la que nos sociabilizamos y comenzamos a repetir los patrones de conducta adquiridos de los adultos: Aprendemos a enjuiciar, se despierta en nosotros el sentido del ridículo, nos ofendemos con mayor facilidad, discriminamos... todo ello basado en la firme convicción de que estamos obrando correctamente, pues es exactamente como lo hacen los mayores. 

Por ello los adultos debemos ayudarles a ser ellos mismos y contaminarles lo menos posible. Debemos ser una guía en su camino, una orientación, siempre enseñándoles a tomar sus propias decisiones, a confiar en sí mismos y andar sus propios pasos, únicos y perfectos. Es importante escucharles, darle importancia a aquello que para ellos es importante, aunque para nosotros sea una tontería; debemos fortalecer sus auto-estima, reconociéndoles los logros y evitando las etiquetas sociales. 

Los adultos pasamos media vida tratando de volver a ser niños. Crecemos olvidándonos de ser quienes somos desconectándonos de nuestra verdadera identidad, vamos entrando paulatinamente en un estado de distracción, y en ese estado, los valores pierden protagonismo y nuestra consciencia se debilita.

Es en la edad adulta, cada uno en un momento determinado en el que comenzamos a desandar lo andado, a buscarnos, a conocernos, a sanarnos, a aprender a aceptarnos y amarnos, a secar la carita de nuestro niño interior... y ese camino de regreso no es nada fácil.

¿Y si nunca hubiésemos caído en el letargo? ¿Y si desde el principio hubiésemos reconocido nuestra auténtica identidad y hubiésemos crecido con ella, despiertos, presentes, conscientes? El mundo sería maravilloso, perfecto.

Nuestro entorno actual, la sociedad compleja, injusta y con una gran falta de conciencia no es ni más ni menos que la suma de millones de adultos aletargados. Y hay un sentimiento común de disconformidad. Un deseo ahogado de que las cosas sean de otro modo.

Y pueden ser. Como padres tenemos la oportunidad de oro de cambiar el mundo. De criar hijos conscientes, presentes y auténticos.

Los niños vienen al mundo cada vez más despiertos y desentonan con la sociedad en declive que les "acoge". Es una enorme contradicción estar disconforme con la sociedad, pero seguir criando niños bajo los mismos paradigmas. Si de veras deseamos cambiar el mundo, comencemos por nosotros mismos, vivamos en coherencia con nuestro deseo interior y cambiemos patrones, rompamos moldes y quememos etiquetas.

Mostremos a nuestros hijos cómo ha de ser un mundo justo, equitativo, responsable con el medio ambiente, respetuoso con el mundo animal... Informémonos de cómo ejercer un consumo responsable sin consecuencias nefastas para otros seres; enseñémosles el respeto por todo y por todos.

El mundo no cambia sino lo hacemos nosotros. Nuestros hijos no traen vendas en los ojos, son grandes sabios que conocen los secretos que tanto anhelamos que nos sean revelados. No les vendemos los ojos, dejemos que sigan siendo sabios y creen un mundo perfecto.


"Todos nacemos sin ego. El recién nacido es pura conciencia. Conciencia fluyente, lúcida, inocente. No existe el ego". Osho.






viernes, 1 de abril de 2016

El camino de regreso a casa

Y un día, por fín, abres los ojos...

Y entonces inicias El Camino, el auténtico, el que has venido a recorrer.

El que es único y en el que tú también eres único y extraordinario.

El que está lleno de aventuras y en el que los tropiezos se convierten en los tomos más emocionantes de la biblioteca de tu alma.

Ese camino brillante en el que avanzas sin miedo, pues en él siempre te sientes sostenido.

En el que te cruzas con seres infinitamente sabios: algunos que se quedan y caminan contigo bajo el temporal y corretean de tu mano por paisajes de cuento; otros que te acompañan y te aroman durante alguna etapa y otros que te regalan una flor y siguen pizpiretos su ruta.

Ese camino bello en el que por fín, puedes mirar a los ojos, tomar manos y beber sonrisas

En el que no hay cuentos ni excusas, ni miradas esquivas, ni esguinces en el alma.

Ese camino, Tu Camino, el del alma.

El camino de regreso a casa.